Ozzie el avestruz

Había una vez, en la vasta sabana africana, una avestruz llamada Ozzie. Ozzie era una avestruz como ninguna otra, pues tenía un sueño muy peculiar. Soñaba con volar, aunque sus alas no estaban diseñadas para tal hazaña.

Cada día, Ozzie miraba a los pájaros volar en el cielo azul, y su corazón se llenaba de anhelo. "¡Oh, cómo me gustaría volar como ellos!", suspiraba. Pero cada vez que intentaba, sus patas largas y fuertes la mantenían firmemente en el suelo.

Un día, Ozzie decidió pedir ayuda. Fue a ver a Harriet, la sabia vieja lechuza que vivía en el árbol más alto. "Harriet", dijo Ozzie, "quiero volar como los pájaros, pero no puedo. ¿Puedes ayudarme?"

Harriet miró a Ozzie con sus ojos sabios y dijo: "Ozzie, eres una avestruz, no un pájaro. Tus alas no están hechas para volar, están hechas para ayudarte a correr rápido. Eres la criatura terrestre más rápida, y eso es algo de lo que estar orgulloso".

Pero Ozzie no estaba satisfecha. "Quiero volar", insistió. Así que Harriet le dio un consejo. "Si quieres volar, tendrás que encontrar una manera que se adapte a ti. No puedes volar como un pájaro, pero tal vez puedas volar a tu manera".

Inspirada por las palabras de Harriet, Ozzie decidió intentarlo de nuevo. Esta vez, en lugar de intentar aletear sus alas como un pájaro, corrió. Corrió tan rápido como pudo, y luego saltó. Por un breve momento, Ozzie se sintió ligera como el aire. No estaba volando como un pájaro, pero estaba volando a su manera.

Desde aquel día, Ozzie ya no envidiaba a los pájaros. En lugar de eso, cada día corría y saltaba, disfrutando de su propia forma de volar. Y aunque no podía volar como un pájaro, Ozzie era feliz, porque había encontrado su propia manera de alcanzar el cielo.

Y así, la fábula nos enseña que todos somos únicos, con nuestras propias habilidades y talentos. No debemos envidiar las habilidades de los demás, sino encontrar nuestra propia manera de brillar. Como Ozzie, la avestruz que quería volar, todos podemos alcanzar nuestros sueños a nuestra manera.