Había una vez un grupo de cinco montañistas intrépidos que decidieron escalar una montaña en una región remota de Europa. La montaña, conocida como Monte Oscuro, tenía una reputación sombría, pero eso solo alimentaba la curiosidad de los aventureros. A medida que ascendían, el viento aullaba y las nubes se arremolinaban, como si la montaña misma quisiera mantenerlos alejados.
Al caer la tarde, los montañistas llegaron a un antiguo castillo en ruinas, enclavado en la ladera de la montaña. A pesar de su aspecto desmoronado, el castillo parecía ser un refugio perfecto para pasar la noche. Decidieron acampar allí, sin saber que estaban a punto de enfrentarse a horrores inimaginables.
Mientras se acomodaban en el castillo, los montañistas comenzaron a escuchar susurros y gemidos que parecían provenir de las paredes. Al principio, se rieron nerviosamente, atribuyendo los sonidos a la imaginación o al viento. Pero a medida que la noche avanzaba, los ruidos se volvieron más intensos y aterradores.
Uno por uno, los montañistas comenzaron a desaparecer en la oscuridad del castillo. Los que quedaban se aferraban a la esperanza de que sus amigos simplemente se habían perdido en las ruinas laberínticas. Pero cuando encontraron los restos desgarrados de sus compañeros, se dieron cuenta de que algo siniestro acechaba en las sombras.
Los dos montañistas restantes, llenos de terror, decidieron enfrentarse a la entidad que los perseguía. Armados con antorchas y determinación, recorrieron los pasillos del castillo, siguiendo los lamentos y gritos que resonaban en las paredes. Finalmente, llegaron a una cámara oculta donde encontraron un antiguo libro de hechizos, encadenado a un altar.
Con el libro en sus manos, los montañistas descubrieron que el castillo había sido el hogar de un poderoso hechicero que había sido traicionado y asesinado por sus propios sirvientes. Su espíritu vengativo había permanecido en el castillo, condenado a vagar por sus pasillos y atormentar a cualquier intruso. Juntos, los montañistas realizaron un ritual para liberar al espíritu del hechicero y poner fin a la maldición del castillo.
A medida que el sol comenzaba a elevarse sobre el horizonte, los montañistas, exhaustos pero aliviados, abandonaron el castillo embrujado. Aunque habían sobrevivido a la peor noche de sus vidas, sabían que las sombras del Monte Oscuro siempre los perseguirían en sus pesadillas.
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