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 Había una vez en un pequeño pueblo llamado Sparksfield, un hombre misterioso y maligno llamado Elías Volt. Nadie sabía de dónde había venido ni cuándo había llegado, pero todos en el pueblo sentían un escalofrío cuando lo veían pasar. Elías tenía un poder extraordinario: podía generar electricidad a voluntad.

Elías era un hombre alto y delgado, con una melena de cabello negro y ojos azules eléctricos que parecían brillar en la oscuridad. Vestía siempre de negro, con un largo abrigo que ondeaba detrás de él como una sombra. Aunque no tenía amigos ni familiares en Sparksfield, Elías parecía disfrutar de su soledad y del miedo que inspiraba en los demás.

Una noche de tormenta, Elías decidió poner en marcha un plan malvado. Quería demostrar su poder y control sobre la electricidad, y qué mejor manera de hacerlo que sumiendo al pueblo en la oscuridad. Con un chasquido de sus dedos, hizo que todos los postes de luz y las casas de Sparksfield se quedaran sin energía. Los habitantes del pueblo, aterrorizados, se encerraron en sus hogares, temiendo lo que Elías pudiera hacer a continuación.

Mientras la lluvia caía y los truenos retumbaban, Elías caminaba por las calles desiertas, disfrutando del caos que había creado. Pero en su camino, se encontró con una joven llamada Clara, que no parecía tener miedo de él. Clara era una muchacha valiente y decidida, que había oído hablar de los poderes de Elías y estaba decidida a enfrentarse a él.

"¿Por qué haces esto, Elías?", preguntó Clara, mirándolo directamente a los ojos. "¿Por qué causas tanto miedo y sufrimiento a la gente de este pueblo?"

Elías se rió, un sonido frío y desagradable que resonó en la noche. "Porque puedo", respondió. "Porque tengo el poder de controlar la electricidad, y eso me hace superior a todos ustedes."

Clara sacudió la cabeza. "No es el poder lo que te hace superior, Elías. Es cómo lo usas. Podrías haber utilizado tus habilidades para ayudar a la gente, para hacer el bien. Pero en lugar de eso, eliges causar dolor y miedo."

Elías frunció el ceño, desconcertado por las palabras de Clara. Nadie se había atrevido a enfrentarse a él de esa manera antes. Pero en lugar de enojarse, algo en su interior comenzó a cambiar. Por primera vez en su vida, Elías comenzó a cuestionar sus acciones y su deseo de poder.

A medida que la tormenta se calmaba, Elías tomó una decisión. Decidió que ya no usaría sus poderes para causar miedo y sufrimiento, sino que los emplearía para ayudar a los demás. Con un gesto de su mano, devolvió la electricidad al pueblo, y las luces volvieron a brillar en Sparksfield.

Desde aquel día, Elías dejó de ser el hombre misterioso y maligno que todos temían. Bajo la guía de Clara, aprendió a utilizar sus poderes para el bien, y juntos, se convirtieron en protectores del pueblo. Y aunque Elías nunca pudo escapar por completo de su pasado oscuro, encontró un nuevo propósito en la vida y un lugar al que finalmente pudo llamar hogar.

Y así concluye la historia de Elías Volt, el hombre que aprendió que el verdadero poder no reside en la capacidad de controlar a los demás, sino en la habilidad de cambiar y crecer, y en la elección de usar ese poder para hacer el bien en lugar del mal.

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