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 En un lugar llamado Valle de Bambú,
donde los pandas viven, ¡sí, es cierto!
Vivía un oso panda llamado Pando,
que un día decidió pescar, ¡qué gran plan, oh!

Pando el panda, con caña en mano,
se fue al río, con paso temprano.
Soñaba con peces, grandes y chicos,
pero lo que encontró fue algo más místico.

Al llegar al río, Pando se asombró,
pues un personaje peculiar encontró.
Era el Gato con Sombrero, sonriendo de lado a lado,
que le dijo a Pando: "¡Vamos a pescar, amigo!"

Juntos se sentaron, en la orilla del río,
esperando pacientemente, sin ningún desafío.
Pando y el Gato, con sus cañas en alto,
soñaban con peces, pero ninguno saltó.

Pasaron las horas, y el sol se escondía,
pero en sus cañas, ningún pez se veía.
Pando se entristeció, pensando en su suerte,
pero el Gato con Sombrero le dijo con fuerte:

"¡No te preocupes, amigo mío!
A veces la vida es así, como un río.
No siempre se pesca, no siempre se gana,
pero lo importante es disfrutar la mañana."

Y así fue que Pando, con una sonrisa en su cara,
comprendió que la vida no es solo una pesca.
Jugaron y rieron, en el río y la arena,
y Pando se sintió feliz, como en una verbena.

El Gato con Sombrero, con su sabiduría,
le enseñó a Pando que la vida es alegría.
Aunque no pescaron, ni un pez, ni un bagre,
Pando el panda tuvo un gran día, ¡qué alegre!

Y cuando el sol se ocultó, y la luna brilló,
Pando y el Gato se despidieron, con un abrazo de amor.
Pando regresó al Valle de Bambú,
sabiendo que la vida es más que pescar, ¡sí, es muy, muy!

Así termina la historia de Pando el panda,
que aprendió a disfrutar, aunque no pescara nada.
Y siempre recordará aquel gran día,
cuando el Gato con Sombrero le enseñó a reír y a vivir con alegría.

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