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Laura, una joven periodista, llegó al antiguo hotel "El Susurro" en busca de una historia que pudiera impulsar su carrera. Había oído rumores sobre sucesos extraños y desapariciones en el lugar, pero nunca imaginó lo que encontraría allí.

La recepcionista, una mujer de aspecto demacrado, le entregó la llave de la habitación 13 con una sonrisa siniestra. Laura sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero decidió ignorarlo y subió a su habitación.

Esa noche, mientras Laura dormía, comenzó a escuchar susurros y golpes en las paredes. Despertó sobresaltada y encendió la luz, pero no había nada fuera de lo común. Decidió investigar el origen de los ruidos, así que salió al pasillo con su grabadora en mano.

Mientras caminaba por el oscuro y estrecho pasillo, los susurros se hacían más intensos. Laura comenzó a sentir una presencia maligna que la observaba desde las sombras. De repente, una figura encapuchada apareció frente a ella, pero antes de que pudiera reaccionar, desapareció en la oscuridad.

Aterrorizada, Laura corrió de vuelta a su habitación y cerró la puerta con llave. Sin embargo, los susurros y golpes continuaron, cada vez más fuertes y aterradores. Decidió que debía enfrentar sus miedos y descubrir la verdad detrás de los sucesos en el hotel.

Armada con su grabadora y una linterna, siguió los susurros hasta el sótano del hotel. Allí encontró una puerta oculta que conducía a una habitación secreta. Al entrar, descubrió un altar cubierto de sangre y velas, rodeado de símbolos extraños.

En ese momento, la figura encapuchada apareció nuevamente, revelando su rostro: era la recepcionista. Con una risa escalofriante, le explicó a Laura que el hotel era el centro de un culto que realizaba sacrificios humanos para obtener poder y vida eterna.

Laura intentó escapar, pero la recepcionista la atrapó y la arrastró hacia el altar. Con lágrimas en los ojos, suplicó por su vida, pero sus súplicas fueron en vano. La recepcionista levantó un cuchillo ceremonial y lo hundió en el pecho de Laura, mientras los susurros se convertían en gritos de agonía.

El cuerpo sin vida de Laura fue encontrado al día siguiente en su habitación, con una grabadora en la mano. La policía nunca pudo explicar lo sucedido, y el hotel "El Susurro" cerró sus puertas para siempre. Pero aún hoy, se dice que en las noches oscuras, se pueden escuchar los susurros y lamentos de Laura, atrapada en el terror eterno de aquel hotel maldito.

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